miércoles, 9 de enero de 2013

Fauna de Pegalajar: La víbora hocicuda o Vipera latastei

La víbora hocicuda (Vipera latastei) se distribuye por la Península Ibérica y norte de Africa. Está presente en toda la Península Ibérica exceptuando una estrecha franja que recorre todo el norte peninsular desde el extremo oeste de Galicia hasta el extremo este de Cataluña. En el continente africano se encuentra en Marruecos, Argelia y Túnez.

Vipea latastei
Detalle de la cabeza de un macho de
Vipera latastei latastei - foto: Edgar Wefer
Descripción: Es una serpiente pequeña, con una longitud media de entre 50 y 60 cm, aunque algunos ejemplares pueden llegar a medir hasta 75 cm. La cabeza tiene forma triangular y está claramente diferenciada del resto del cuerpo. Su rasgo más distintivo y por el que recibe su nombre común es un pequeño apéndice o cuernecillo que presenta en la punta del hocico.
El dorso de la cabeza presenta diversos grados de ornamentación aunque casi siempre están presentes dos marcas en forma de media luna en la parte posterior de la cabeza. A ambos lados de la cabeza presenta una banda oscura (banda postocular) que abarca desde el ojo hasta las comisuras de la boca.

A diferencia de la mayoría de colúbridos el ojo de la víbora hocicuda presenta una pupila con forma elíptica que siempre mantiene en posición vertical. Toda la cabeza está recubierta por pequeñas escamas aunque en algunos ejemplares se encuentran vestigios de placa frontal y de placas parietales muy reducidas.
El cuerpo de la víbora hocicuda está recubierto por pequeñas escamas desde la nuca hasta la cola, son las escamas dorsales. Todas las escamas dorsales son carenadas salvo la primera hilera de cada lado del cuerpo. En la parte inferior o ventral del cuerpo presenta escamas ventrales (desde la región gular hasta la cloaca) y subcaudales (cola).

El dibujo dorsal de Vipera latastei es similar al de otras víboras europeas; se distingue por el característico zig-zag o banda dorsal ondulada más oscura que el color de fondo del resto del cuerpo.

Biología: Al igual que el resto de reptiles que habitan regiones de clima templado la víbora hocicuda desarrolla a lo largo del año un periodo prolongado de actividad y otro periodo de hibernación. El periodo de actividad comienza a mediados o finales de marzo, cuando las temperaturas comienzan a suavizarse, y se prolonga hasta finales de octubre cuando el descenso de las temperaturas anuncia la llegada del invierno.

Cada año durante este periodo de actividad las víboras se alimentan periódicamente.
Los ejemplares adultos mudan la piel una o dos veces cada temporada (los juveniles mudan con mayor frecuencia) y desarrollan su ciclo reproductor.
Con la llegada del invierno las víboras se ocultan bajo tierra utilizando túneles y madrigueras donde pasan todo el invierno en un estado letárgico.
Durante los 4 o 5 meses que dura la hibernación, las víboras permanecen prácticamente inmóviles y no se alimentan.

Alimentación: La víbora hocicuda es un predador diurno que caza al acecho y abate a sus presas mediante su mordedura venenosa.
Los ejemplares adultos se alimentan principalmente de pequeños roedores y en menor medida de saurios, pequeñas aves y artrópodos (escolopendras, alacranes, etc).
Por otra parte, la dieta de los ejemplares juveniles se compone mayoritariamente de saurios y de algún artrópodo.

Reproducción:
A las pocas semanas de finalizar la hibernación tiene lugar un intenso cortejo que realizan los machos para conseguir copular con las hembras.
Los acoplamientos entre machos y hembras se producen entre abril y mayo, y el tiempo de gestación de las hembras fecundadas es de tres meses, algo más largo para la subespecie Vipera latastei gaditana.
A finales de agosto o principios de septiembre nacen de tres a doce crías en un parto que suele durar de dos a tres horas.
Las crías realizan su primera muda nada más nacer. El ciclo reproductor tiene lugar generalmente cada dos años, aunque en las regiones más frias donde se distribuye la especie dicho ciclo puede ser trienal.

Efectos del veneno un día después de la mordedura
Veneno: La mordedura de Vipera latastei no suele causar envenenamientos graves en el hombre, salvo en el caso de ancianos, niños o personas débiles de salud. Aún así, es indispensable el tratamiento médico de una mordedura y la hospitalización del paciente. La toxicidad del veneno de la víbora hocicuda es relativamente baja si la comparamos con la de los otros vipéridos de la Península Ibérica (Vipera aspis y Vipera seoanei). La forma nominal de la víbora hocicuda (Vipera latastei latastei) presenta una DL50* de entorno a 20 mg, mientras que la subespecie meridional (Vipera latastei gaditana) presenta una DL50 de 29 mg, siendo esta última la subespecie que presenta la toxicidad más baja de todas las víboras de la Península Ibérica. No obstante, la víbora hocicuda es capaz de inocular mayor cantidad de veneno que las otras dos especies (Vipera aspis y Vipera seoanei), es por ello que la peligrosidad de sus mordeduras pueda ser equiparable.

* La DL50 (Dosis Letal 50%) es un valor expresado en miligramos que representa la dosis mínima de veneno necesaria para matar a la mitad de una muestra determinada de animales (ratones de laboratorio) en un tiempo dado. Este valor indica el grado de toxicidad de un veneno; cuanto menor sea la DL50 del veneno de una especie, mayor es su toxicidad.

Subespecies:
Actualmente hay dos subespecies reconocidas y ampliamente aceptadas; la forma nominal Vipera latastei latastei y la subespecie Vipera latastei gaditana. Por otra parte los ejemplares de la región noroeste de la Península Ibérica presentan variaciones morfológicas significativas que podrían diferenciarlos de la forma nominal. Algo parecido ocurre con las poblaciones de víbora hocicuda distribuidas por la vertiente norte de la Sierra de Gredos (ver artículo Vipera latastei abulensis). En cualquier caso, Vipera latastei es una especie que presenta una enorme variabilidad entre distintas poblaciones y la distinción y clasificación de las subespecies siempre ha sido controversial.

Vipera latastei latastei (Presente en zonas de Bercho)

Macho adulto de Vipera latastei latastei.
Foto: Daniel Gómez
Distribución y hábitat: En la Península Ibérica la forma nominal Vipera latastei latastei ocupa todo el área de distribución atribuido a Vipera latastei a excepción de un área relativamente pequeña que abarca el extremo occidental de Andalucía y el sur de Portugal, donde se distribuye la subespecie Vipera latastei gaditana. La forma nominal Vipera latastei latastei también se encuentra en el norte de Africa, concretamente en las montañas del Rif en Marruecos. Hasta la fecha todos los ejemplares hallados en el Rif de Marruecos habían sido erróneamente clasificados como Vipera latastei gaditana, pero su morfología y lepidosis muestran claramente una mayor afinidad con la subespecie nominal.

Aunque su espectro altitudinal abarca de 0 a 2.500 mts sobre el nivel del mar, la altitud media donde habita Vipera latastei latastei se sitúa entre 900 y 1.100 mts.
El tipo de hábitat es bastante variable; desde zonas con cierto grado de humedad y vegetación variada (pino, roble, brezo y helecho), hasta zonas pedregosas semiáridas de escasa vegetación.

Al igual que la mayoría de vipéridos europeos Vipera l. latastei generalmente habita lugares donde predominan los helechos, ya que este tipo de planta favorece el camuflaje de esta clase de serpientes.
Esto es así debido a que las hojas del helecho se asemejan al zigzag dorsal de la víbora, y las sombras que proyectan sobre el sustrato contribuyen a un camuflaje óptimo.

Distribución de las distintas especies de víboras hocicudas en la Península Ibérica 

Coloración: La coloración en V. latastei latastei puede ser bastante variable, incluso entre ejemplares de una misma población, no obstante, la coloración más común suele ser gris o gris parduzco, y generalmente se asemeja al color del sustrato del entorno, de esta manera logra pasar inadvertida cuando sale al exterior para solearse.
El color de la cola en su extremo puede ser indistintamente negro o amarillo. Incluso las crías de un mismo parto pueden presentar colas de diferente color. No obstante, el caso de las poblaciones de V. latastei latastei de las sierras de Teruel resulta excepcional, ya que todos los ejemplares presentan de forma invariable un marcado color negro en el extremo de la cola.

Izq: zigzag afilado        dcha: zigzag despuntado
centro: zigzag ondulado
Dibujo dorsal: La banda dorsal o zig-zag también puede ser bastante variable, tanto en la intensidad de la coloración como en la forma y el número de ondulaciones. Básicamente hay tres patrones diferentes de dibujo dorsal; zig-zag afilado, zig-zag ondulado y zig-zag despuntado o cuadrado (ver ilustración)
Los ejemplares de una misma población suelen presentar el mismo patrón de dibujo dorsal; por ejemplo, los ejemplares de la parte oriental de Castilla y León generalmente presentan un dibujo dorsal del tipo cuadrado, los ejemplares del sur y este de Andalucía presentan un dibujo dorsal de tipo afilado y los ejemplares de la Cordillera Central presentan el dibujo dorsal ondulado.

La banda dorsal o zigzag contrasta bastante sobre el color de fondo ya que suele estar bordeada de negro, más intenso en los salientes que en los entrantes, siendo el interior de un tono oscuro de gris o marrón. Esta condición resulta más notoria en los machos que en las hembras. El número de ondulaciones de la banda dorsal desde la nuca hasta la base de la cola varía de 29 a 48, con un promedio de 38 ondulaciones tanto en machos como en hembras.

Además de la banda dorsal V. latastei latastei presenta una serie de ocelos o manchas a lo largo de los flancos del cuerpo. Cada una de estas pequeñas manchas coincide con cada entrante del zigzag dorsal y son del mismo color que el zigzag aunque algo menos contrastado. En las hembras de V. latastei latastei apenas se logran apreciar estas pequeñas manchas de coloración, sin embargo en los machos resultan muy llamativas y conjuntamente con la banda dorsal conforman un diseño inconfundible.
En la unión de las escamas dorsales con las ventrales se aprecia una segunda hilera de pequeñas manchas aún menos marcadas que las anteriores, estas coinciden con los salientes del zigzag dorsal.

Detalle de la cabeza, obsérvese las dos marcas
oblicuas posteriores - foto: Daniel Gómez
Cabeza: El color de la cabeza suele ser muy parecido al color de fondo del resto del cuerpo. Los machos presentan un mayor grado de ornamentación en la cabeza que las hembras, aunque las dos marcas características en forma de media luna situadas en la parte posterior de la cabeza suelen estar presentes en ambos sexos.

La banda postocular situada a ambos lados de la cabeza nace en el ojo y se extiende hacia atrás tocando las supralabiales posteriores. En algunos ejemplares se prolonga hasta el 2º o 3º ocelo lateral dibujando una banda bien marcada y bastante alargada.

Los machos de V. l. latastei presentan de forma invariable dos pequeñas marcas triangulares de pigmentación oscura sobre las escamas supralabiales de ambos lados de la cabeza. La primera marca se encuentra centrada entre las supralabiales 2ª y 3ª mientras que la segunda marca lo está entre las supralabiales 4ª y 5ª. En las hembras no se suele observar esta condición.

Lepidosis: Vipera latastei latastei presenta 21 hileras de escamas dorsales (excepcionalmente 19 o 23). Los machos presentan de 130 a 142 escamas ventrales siendo la media de 136. Por otro lado las hembras presentan de 131 a 144 escamas ventrales siendo la media de 137.
El número de preventrales es de 2 o 3 y el número de gulares es de entre 3 y 5. Los machos presentan de 35 a 45 pares de escamas subcaudales y las hembras entre 29 y 37. La media de escamas subcaudales es de 41 para los machos y de 33.5 para las hembras.

Fuente: Víboras de la Península Ibérica

1 comentario:

  1. Esta serpiente vista de cerca es preciosa. Si la encuentras por el campo mejor no acercarse mucho. En la última ruta que habeis publicado se pueden encontrar en épocas de primavera o verano, pero mejor no verlas, porque si te muerden y estás un poco incomunicado puedes pasar un mal rato. Es de los pocos peligros que tienen nuestras sierras, aunque es un animal precioso.

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